Los así llamados grupos cristianos radicales son aquellos que, llevados por una vocación de fidelidad al Evangelio, ahormaron su fe de manera un tanto distinta a las normalizada en su época, entendiendo aquí por “normalizada” la de la Iglesia estatal del modelo Cristiandad. Muy a menudo, fueron movimientos perseguidos eclesial y/o físicamente, o bien fueron relegados y silenciados tanto por intereses eclesiales como políticos, los cuales en el modelo Cristiandad van de la mano en la medida que la «herejía» es un crimen político. El apelativo de “radicales” es uno que, en la distancia de los siglos transcurridos, damos a todos estos grupos.