El desarrollo de la teología del Espíritu, también conocida como pneumatología, se encuentra fuertemente vinculado a los primeros siglos de la Iglesia Antigua y a los credos. Fue el último de los tres artículos en desarrollarse, y lo hizo además de forma muy tímida. Por naturaleza de difícil aprehensión, el Espíritu Santo aparece a menudo ligado al lenguaje trinitario y al virtuosismo del lenguaje teológico, pero sin embargo es en el Espíritu Santo donde palpita el Dios más sensible y cercano. No obstante, escurridizo como es, en pleno siglo XXI la pneumatología es una de las áreas más prolíficas en la teología sistemática actual y de mayor trascendencia para responder a la sensibilidad del ser humano contemporáneo.